Las huellas del trauma

Por Orietta Sferco MP: 1965
Licenciada en Psicología UNC.
Formada en PINE, Neuropsicología, Terapia Cognitivo Conductual. Perito Psicóloga

Cuando una persona se expone a un estrés agudo o sostenido de índole traumático, se producen cambios fisiológicos importantes y persistentes a diferentes niveles. El hecho traumático puede ser sólo un evento intenso y trágico, o múltiples eventos que en sumatoria generan una carga alostática, capaz de desequilibrar el sistema.

Los traumas pueden propiciar daño físico mediante acción mecánica directa, pero también, mediante hostigamiento verbal y emocional intenso y sostenido; capaz de moldear respuestas fisiológicas anómalas e incluso con capacidad de efecto epigenético. Ambas opciones son graves (único e intenso o micro y sostenido) porque generan cambios moleculares que se manifiestan en registros mnémicos sutiles pero persistentes; reacciones adversivas a señales y estímulos asociados al evento traumático. La instalación de dichos cambios fisiológicos, exponen a la persona a manifestar respuestas emocionales y cognitivas, desmedidas e invalidantes ante situaciones y estímulos originalmente neutros.

La percepción de dicha respuesta genera muchas veces crisis de ansiedad (temor por lo que puede pasar), de angustia y de horror o terror. Cuando estas emociones se presentan, son disruptivas e interfieren significativamente el desarrollo normal de la vida, limitando el crecimiento, generando vínculos negativos con alteraciones de funciones cognitivas, emocionales y en las relaciones interpersonales, que probablemente atraviese todo la vida de este ser.

Convivir con la sensación recurrente de amenaza o riesgo ante estímulos cotidianos, introduce a la persona en un espiral de malestar que se retroalimenta con pensamientos que intentan interpretar y resolver el malestar y sobre todo, por múltiples conductas desadaptadas que pueden ser evitativas u hostiles para con el entorno.
Muchos de los eventos traumáticos que se pueden vivir son fortuitos y únicos y por lo general, son atendidos espontáneamente con afecto y contención emocional del entorno y se caracterizan por no producir vergüenza ni culpa, y promueven el crecimiento personal.

Otros traumas que se diferencian por ser generados por acciones voluntarias de personas que ejercen algún tipo de violencia hacia otra. Estos individuos, no exclusivamente, padecen algún trastorno de personalidad, a veces sólo son distorsiones en su educación, pero suficientemente graves (y lamentablemente comunes en la sociedad) como para lograr características diferenciales, porque pueden combinar la activación de estados emocionales alterados en la Víctima (existe un fenotipo vulnerable con un eje endocrino hipo reactivo) inducidos por la capacidad que tiene la persona violenta y perpetradora de generar paralización e inhibir conductas de defensa. La no reacción de la víctima se complementa con complejos sistemas de pensamientos culposos y de vergüenza (relacionado con su educación también) que someten a la persona al silencio y el temor por contar lo que ha vivido o lo que está viviendo. Incluso a veces, sentimientos de atracción y/o apego a quien le está infringiendo el daño y agresividad hacia quien pretende
asistirlx.

Cada uno de estos aspectos tienen cambios moleculares con alteraciones en todo el sistema PINE. Estados que pueden sostenerse por años, sin que la persona sea capaz de reaccionar y/o defenderse; aunque por lo general, esto también está posibilitado por entornos afectivos negadores y con historias de traumas similares en la que aprendió a ocultar el o los hechos dañosos, también a encubrir a la persona que lo hace y a quienes lo ven pero se callan.
Es una realidad que sucede con mayor frecuencia de lo que muestran las estadísticas y están cerca desde siempre. Estamos atravesados históricamente por estas vivencias, es imprescindible reconocer el fenómeno y desarrollar estrategias educativas para generar el cambio.
Frecuentemente suceden hechos terribles que se difunden mediáticamente y se instalan como tema entre la gente de todas las edades, generando desde debates serios hasta opiniones maliciosas, negadoras o ignorantes, sin dimensionar la complejidad del tema y reiterando relatos morbosos, típicos de estas historias de abusos.

Sin embargo, también existen historias que se tornan en hitos sociales, de alto impacto y suelen disparar en algunas víctimas el insigth o “darse cuenta” de repente, la gravedad de lo vivido, y lo que es peor para muchxs, les permite reconocer el silencio del entorno, de aquellos que deberían haberlx cuidadx.

Esta carga emocional puede ser muy intensa y, a veces, hasta insoportable para muchas víctimas. En algunas personas con mayor capacidad de resiliencia puede ser un punto de partida para acudir a un tratamiento y sanar. Pero para otras el dolor es tan fuerte, que puede ser el gatillo para una autoagresión más.

Desde ILCE consideramos que por ser un tema de mucha complejidad y de alta sensibilidad es que se requiere que el abordaje de esta información compartida a la sociedad sea serio y por supuesto concientizar a la orientación de estrategias terapéuticas integrativas, con mayor posibilidad de eficacia para evitar daños mayores. Destacamos que la información veraz, respetuosa de la dignidad y de los derechos de las personas, es una de los aspectos más importantes a valorar por comunicadores, educadores, familiares, padres y líderes en general.

La PINE ha desarrollado estrategias de diagnóstico y abordaje integrativas, lo que significa en principio: testear, interpretar y tratar a la persona con TEPT mediante diferentes vías de acceso, para corregir la alteración metabólica y molecular que se ha producido. Para lo cual se diseña un esquema acorde a lo que se valora mediante análisis clínicos, escalas y tests psicotécnicos, neuropsicológicos y eventualmente otros métodos complementarios.

Un punto clave es trabajar la memoria del evento con técnicas de afrontamiento emocional y cognitivas, combinadas con farmacología específica. El trabajo con técnicas grupales es clave, generalmente se opta por Mindfulnes, Relajación, Desensibilizacion, entre otras.

Si has vivido un trauma, o conoces a alguien que le suceda, compartile esta información. Es importante que se sepa que hay equipos con capacidad de recepción e interpretación de ese trauma.

Para quienes ya han consultado, pero sin respuestas integrativas, y para los que lo están considerando y no reconocen la formación adecuada del profesional que pueda hacer una valoración e inter consultas específicas. El profesional con formación PINE puede realizar una lectura integrativa y derivar a especialistas.

La persona que ha padecido o está padecido un abuso u hostigamiento puede tener una oportunidad de oro, si alguien decodifica su señal de SOS, muchas veces silenciosa o lo que es peor aún: “silenciada”. Llegar con el mensaje adecuado e indicar el camino posible, puede significar rescatar a alguien del infierno, aunque haga muchos años que ha pasado el trauma.

Lic. Orietta Sferco
MP: 1965