Inflamación intestinal

El conjunto de bacterias y otros microorganismos presentes en cada hábitat, se conoce como microbiota. La microbiota forma una unidad con los seres vivos; un todo que interactúa constantemente: un holobionte. Nuestra microbiota se adapta a nichos concretos del cuerpo y dibuja un mapa geográfico en cada individuo, muy característico y diferente del de los demás.
El tracto gastrointestinal es la región que contiene la comunidad microbiana más numerosa, densa y diversa del cuerpo humano. En el estómago, los microorganismos están sometidos a condiciones muy ácidas y a períodos de residencia cortos, que oscilan entre una y cuatro horas según el tiempo que dure la digestión, por lo que la carga bacteriana es baja.
En la parte proximal del intestino delgado (duodeno y yeyuno) se vierten sales biliares y jugos pancreáticos que limitan el desarrollo microbiano. La función principal de esta parte del intestino es completar la digestión y absorción de nutrientes, por lo que sufre una continua regeneración del mucus epitelial, que dificulta la implantación de las bacterias.
El peristaltismo del intestino delgado también contribuye a que no puedan asentarse fácilmente. Así, la microbiota presente en el intestino delgado es, aproximadamente 100.000 veces inferior a la del colon, y no solo es menor en número, también en diversidad. El recorrido de las poblaciones microbianas por el intestino grueso es más lento y oscila entre 48 y 72 horas; además las condiciones ambientales son favorables al desarrollo microbiano, por lo que la colonización bacteriana es muy abundante en esta región intestinal y es la mayor de todo el tracto digestivo.
En el intestino no solo hay bacterias, también hay una gran cantidad de virus que solo se reproducen en el interior de las células que infectan, empleando la maquinaria genética celular; la mayor parte de esos virus, se encuentran integrados en los genomas de las bacterias intestinales.
La pérdida de homeostasis intestinal o disbiosis microbiana genera los principales desórdenes en el organismo. La disbiosis se caracteriza por una pérdida de diversidad, aunque no obligatoriamente de cantidad de microorganismos; es un cambio cualitativo y también funcional. Disminuye el número de especies distintas, porque algunas dominan sobre otras en las nuevas condiciones y acaban seleccionándose las más resistentes. Cuanto más variada sea la microbiota, mayores serán los recursos para reaccionar frente a agentes infecciosos.
La disbiosis microbiana, con la consiguiente pérdida de homeostasis intestinal, puede ocurrir en cualquier momento de nuestra vida por circunstancias adversas del entorno tales como estrés, inadecuada alimentación, consumo excesivo de alcohol u otras sustancias tóxicas, infecciones recurrentes y tratamiento abusivo con antibióticos; aunque no se pueden descartar los factores genéticos que también son muy importantes. Pero esta homeostasis no solo puede perderse, sino que incluso puede que no haya llegado a existir como tal, si no se ha instaurado correctamente durante el primer año de vida.
Diagnóstico
Actualmente se escucha en la consulta una serie de síntomas como hinchazón o dolor abdominal, gases, erupciones, rosácea, intolerancias alimenticias, fatiga, neblina mental, infecciones frecuentes o sensación de tener el estómago revuelto. Gran parte de estos síntomas responde a esta disbiosis o alteración de la comunidad microbiana que provoca la reducción de la población esencial de bacterias benéficas a su vez que permite la proliferación de bacterias patógenas (maléficas). En esencia, se trata de un desequilibrio microbiano en el interior del cuerpo o en su superficie. Este diagnóstico clínico se basa de los datos que proporciona la persona y sus hábitos de vida, siendo causantes de disbiosis la combinación de varios factores tales como la falta de exposición a gérmenes durante la infancia; haber seguido tratamientos frecuentes con antibióticos, antiácidos, o inhibidores de la bomba de protones; consumo de medicamentos antinflamatorios no esteroides; pastillas anticonceptivas; esteroides; edulcorantes artificiales; exceso de azúcares y de grasas; falta de fibra en la alimentación; frecuencia en el consumo de alcohol; altos niveles de estrés y la presencia de infecciones.
La Enfermedad Inflamatoria intestinal (EII) puede tomar dos formas: Enfermedad de Crohn o Colitis Ulcerosa. Un estudio que se lleva a cabo para realizar el diagnóstico diferencial es evaluar las bacterias presentes en las heces y el grado de diversidad encontrado.
En el día de la inflamación intestinal, te sugerimos tener un control consciente de tus hábitos y consultar con un gastroenterólogo ante la presencia de síntomas. En cada persona la disbiosis puede expresarse de manera particular, como infecciones vaginales, distensión abdominal, malestar gastrointestinal, acné, caída de pelo, urticarias entre otros.
Lic. En Psicología Carina Lescano MPA 4809