DOPAMINA Y MOTIVACIÓN: UN SOLO CORAZÓN.

Por Marina Perassi*
Hay palabras que suenan poderosas, resuenan fuerte al pronunciarlas y vibran en el cuerpo al oírlas. Una de esas para mí es: MOTIVACIÓN, del latín motivus o motus, que significa causa del movimiento.
Pero ¿Qué nos motiva a movernos?, ¿Hacia dónde y hacia qué nos mueve esa motivación? Pienso que la motivación debería ser una hormona fabricada por nuestro organismo, o una pastillita para tomar cuando escasea la acción, el motivo para hacer.
En estos tiempos, donde nuestro nivel de paciencia está en reserva y en otros casos agotado, sería ideal tener a mano un blíster de motivación, porque el desgano y el desinterés en determinadas circunstancias, plantan bandera crónica y colonizan nuestras emociones arrasando con las ganas de hacer. Cuando esto sucede, el cuerpo (sabio vehículo) dispara alertas y si estamos conscientes y detectamos que nos gana la “fiaca” por sobre la voluntad, es importante consultar a un especialista y con un análisis chequear los valores de un neurotransmisor vital: la DOPAMINA. ¿Por qué? resulta que entre la dopamina y la motivación hay una estrecha relación de codependencia, pero de la sana.
¿Cómo funciona esa relación?
La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una sustancia del cerebro que se libera ante el contacto entre dos neuronas (proceso de sinapsis), para transmitir información entre ellas; la dopamina se encarga de regular tu humor, lo que te genera placer, la relajación, el descanso, también tiene las riendas de tu comportamiento, del aprendizaje y de tu atención; todo eso influye exclusivamente en la generación de tu motivación. No hay una sin la otra y además la dopamina nos humaniza, por eso es vital que esté dentro de sus valores normales.
Confinamiento y Dopamina
En este contexto de pandemia, permanecer tiempo prolongado aislado del contacto social, genera que los niveles normales de dopamina bajen y eso atrae problemas para volver a socializar. Perdemos la sensibilidad y empatía hacia el otro.
Para auto estimular mi dopamina, encuentro dosis en la lectura, la meditación, en la contemplación de un paisaje, en una fotografía, en las historias de vida de las personas, en la alimentación consciente, en sonreír aunque no tenga motivos, sólo para engañar al cerebro (que es capaz de detectar las facciones, por una serie de músculos que se activan tanto al sonreír como al estar tristes o enojados). Estas acciones sostenidas en el tiempo producen efecto, funcionan.
Sugerencias…
Por eso, sonreí aunque sea forzado, indaga en nuevos conocimientos, lee porque genera bienestar, date gustos que te hagan bien, elegí alimentos reales para cuidar tu templo: tu cuerpo, aprovecha el solcito siempre que puedas, dejá que te invada la emoción mirando un atardecer o escuchando una melodía.
*Lic en Turismo – Universidad Blas Pascal
Periodista – Colegio Universitario de Periodismo
Instructora en Yoga Terapéutico – Maitri Yoga Studio & Store