DÍA DEL MÉDICO

Nuestros Médicos…

Todos esperamos alguna vez que llegue «El/La DOCTOR/A»; si cerramos los ojos, viene esa imagen del doctor de la niñez, ése que nos acompañó en el crecimiento, que con su palabra supo curar nuestro dolor y los miedos de Mamá.

Son ellos los que están en los momentos únicos de nuestra existencia: nos reciben cuando llegamos al mundo y, muchas veces los últimos a quienes vemos. Diferentes son los médicos que aparecen a lo largo de la vida, pero siempre hay uno de ellos que está, como sea, siempre está; de noche o de día, en un consultorio, en un pequeño dispensario o en una ambulancia. Son quienes corren hacia la urgencia mientras el resto se retira por temor. Son esas personas que pueden pasar domingos, fiestas, cumpleaños y noche en una guardia, en un hospital.

Son esos seres con familia, amigos, amores que esperan su regreso, cansado y sudando estrés. Son esos chicos que ingresan a la universidad y que nunca dejan de estudiar; son esos adultos sabios, con historias de dolor, pero también con la felicidad de la gratitud que no se puede estimar.
Hoy, en este año atípico, es el día para nombrarlos, para recordarlos, para mirarlos como seres humanos mortales y excepcionales.
Especialmente queremos reconocer a estos médicos humanos, personas, padres, hijos, hermanos que han dedicado su vida y también entregan su integridad física y emocional. Sabemos que esta pandemia ha puesto a prueba toda su resistencia; pero también les impuso el mayor de los desgastes: el físico, el emocional y también el anímico.

Asistir, atender y salvar a muchas personas, rodeados de otros profesionales tan grandes como ellos, que con sus batas cubrieron el sudor de un estrés genuino, de un miedo intenso frente a la imprevisible realidad imperante, dantesca, cruel. Aún en ese contexto, volvían al día siguiente para seguir estando, asistiendo.

Sólo ellos conocen lo vivido, en ellos están los ojos que se despidieron sin poder ver a su ser querido. Esas últimas palabras apenas esbozadas, porque ya no había aire para decirlas. Tal vez sea un honor, pero no deja de ser muy pesado, por eso merecen reconocimiento, protección, y ser valorados por una sociedad, que en muchos momentos se ausentó y desconoce las noches de rondas.

También hoy y, desde una mirada desde la PINE, debemos reconocer que estas personas, de quienes dependemos absolutamente, tienen una humanidad con límites; que también son pacientes y es el ESTRÉS en su máxima expresión, el compañero intenso, que no los ha dejado en los últimos meses. Estrés porque hay amenazas permanentes, estrés porque el miedo flota, y tiene muchas razones para estar; estrés porque el descanso no llega, porque los alimentos son pocos, porque la diversión ha estado ausente, porque los afectos no están cerca, pero el dolor si está presente, y la impotencia es grande.

Ese estrés sostenido en muchos, es una carga alostática que no se puede tolerar, aparecen cerebros quemados, enfermedades y hay quienes sólo pueden huir, porque saben que ya no resisten una “nueva ola”. Pero también mucho estrés porque a pesar de todo lo vivido, salen a una calle hostil y a una economía devaluada, tanto en la energía como en las monedas.

Aún así siguen estando, y no sólo hoy, sino en cada encuentro con uno de ellos podemos devolver una sonrisa, un gracias, un gesto de defensa por sus derechos y mejoras en las condiciones de trabajo, o a veces simplemente con un poco de paciencia, deL paciente en la sala de espera; porque esa persona que estás esperando, tal vez está deseando un café o piensa qué habrá de cenar esta noche porque añora ese momento con sus afectos que tanto necesita.

Gracias por todo, pero hoy les pedimos que por favor se cuiden y aprendan a ser buenos pacientes también, respeten a su sistema PINE, porque es vital dormir, alimentarse conscientemente; reírse y sobre todo recibir amor, cariño.
Como sociedad debemos promover la SALUD para nuestros Médicos, porque sin ellos no habrá una SALUD sana.

Lic. Orietta Sferco M.P.1965